miércoles, 12 de diciembre de 2012

Opciones

Puedo mirar por la ventana como una mera espectadora y dejar que el paso del tiempo vaya restándome vida.
O puedo salir a la calle, sentirme la actriz principal e ir sumando vida a mis días.

Puedo quedarme aquí a sentir la más honda pena y dejar que me ahogue la impotencia de no saber por qué.
O puedo aceptar que no pude hacer nada más y sentir la satisfacción de intentarlo.

Puedo mirar atrás y lamentarme por lo que pudo haber sido y no fue, y llorar por los fracasos.
O puedo mirar adelante, convertirlos en experiencias, y decidir como quiero que sea de ahora en adelante.

Puedo apenarme porque algunas de las personas que llegan a mi vida, se marchan.
O puedo dedicarme a disfrutar de las que se han quedado.

      Y lo mejor de todo esto es... que "YO" elijo.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Sentido del ridículo


     Me apetecía hacerlo y lo hice, sólo eso, no sin antes mirar a mí alrededor y asegurarme de que no había rastro alguno de ser vivo. Confiando en que por ser temprano y hacer aún algo de calor no pasaría nadie por aquel parque.
     Allí estaba, quieto e invitándome a probarlo, un viejo columpio con asiento de madera.

     No me viene a la mente ningún recuerdo de mi infancia ligado a un columpio, ninguna experiencia agradable o desagradable, sólo sabía que de adulta sentía una extraña atracción por ellos que me llevaba a desear sentarme en todos los que me encontraba y dejarme llevar.

     Fué, lo que se suele llamar "un pronto". Quizá lo provocaba mi subconsciente y lo secundaba mi mente, pidiendo algo que le hiciese dejar de tener los pies en el suelo y escabullirse por unos instantes de la realidad.

     Nunca me atreví a hacerlo, me lo impedía mi marcado sentido del ridículo. Hasta esa tarde de julio, en aquel parque solitario. Mis pasos me llevaron hasta él y sentada con las manos agarradas a las oxidadas cadenas, empecé a balancearme despacito. Tuve que levantar los pies porque me daban en el suelo, y casi sin darme cuenta fui tomando impulso y elevándome cada vez más alto. Cerré los ojos y mi mente se evadió por unos instantes, recuerdo notar cómo se dibujó una sonrisa en mi boca, mientras me venía a la mente que solía comentar, que si alguna vez vivía en una casa, solo pediría tener un columpio en el jardín.

     Y emocionada con el balanceo, noté una placentera sensación de libertad, quizás era parecida a la que sentían los pájaros al volar libres o los pilotos solitarios al surcar el cielo.
     Y de repente, me sacó de mi experiencia sensorial un grito que dijo -¡mamaaaaaaaaaaaaaaa, hay una señora en el columpio! Abrí los ojos y pude ver a un mocoso en pantalón corto que me señalaba con un dedito algo inquisidor. A niños que jugaban alrededor y adultos que me miraban sorprendidos.

     En ese instante deseé que las cadenas se rompieran y salir disparada de aquel lugar, que la tierra se abriese y me tragara o que solo fuese un mal sueño y comprobar que estaba en la cama, pero como nada de eso pasó, me bajé lo más rápidamente que pude, coloqué mi vestido que se me había subido de forma provocativa, por lo que para más inri había estado enseñando mi ropa interior, miré a mi alrededor y con toda la dignidad que me permitía la situación, dirigí la mirada al niño con ojos asesinos y le dije - ¡hala bonito, todo tuyo! Y salí del parque a paso ligero.
     Al llegar a casa, donde noté que mi cara volvía a su color natural y dejaba de parecer un tomate, hice firme propósito de no volver a dejarme atrapar por el canto de sirena de ningún otro columpio malvado.

     Al igual que se suele decir, que si no quieres que se sepa un secreto, no lo cuentes. Si no quieres que nadie te vea hacer algo, no lo hagas, al menos en un parque público...


lunes, 3 de septiembre de 2012

No te rindas

No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.
 
Mario Benedetti
 
 

jueves, 5 de abril de 2012

Queda prohibido

¿Qué es lo verdaderamente importante?
Busco en mi interior la respuesta,
y me es tan difícil de encontrar.
Falsas ideas invaden mi mente,
acostumbrada a enmascarar lo que no entiende,
aturdida en un mundo de falsas ilusiones,
donde la vanidad, el miedo, la riqueza,
la violencia, el odio, la indiferencia,
se convierten en adorados héroes.
Me preguntas cómo se puede ser feliz,
cómo entre tanta mentira se puede vivir,
es cada uno quien se tiene que responder,
aunque para mí, aquí, ahora y para siempre:
queda prohibido llorar sin aprender,
levantarme un día sin saber qué hacer,
tener miedo a mis recuerdos,
sentirme sólo alguna vez.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quiero,
abandonarlo todo por tener miedo,
no convertir en realidad mis sueños.
Queda prohibido no demostrarte mi amor,
hacer que pagues mis dudas y mi mal humor,
inventarme cosas que nunca ocurrieron,
recordarte sólo cuando no te tengo.
Queda prohibido dejar a mis amigos,
no intentar comprender lo que vivimos,
llamarles sólo cuando les necesito,
no ver que también nosotros somos distintos.
Queda prohibido no ser yo ante la gente,
fingir ante las personas que no me importan,
hacerme el gracioso con tal de que me recuerden,
olvidar a toda la gente que me quiere.
Queda prohibido no hacer las cosas por mí mismo,
no creer en mi dios y hacer mi destino,
tener miedo a la vida y a sus castigos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.
Queda prohibido echarte de menos sin alegrarme,
olvidar los momentos que me hicieron quererte,
todo porque nuestros caminos han dejado de abrazarse,
olvidar nuestro pasado y pagarlo con nuestro presente.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen más que la mía,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha,
pensar que con su falta el mundo se termina.
Queda prohibido no crear mi historia,
dejar de dar las gracias a mi familia por mi vida,
no tener un momento para la gente que me necesita,
no comprender que lo que la vida nos da, también nos lo quita.

Alfredo Cuervo Barrero

sábado, 31 de marzo de 2012

No hay más...


No hay más mendigo
ni más que pagar
que el echarte de menos
sin mas que contar
no hay más miedo sincero
que no respirar
no hay más vida ni tiempo
ni más que pensar.

No hay más problemas
ni ganas de andar
no hay distancia más grande
que donde tú estás
no hay palabras, risas, cuentos,
no hay destinos ni momentos
no hay caricias, no hay desprecios
no hay canciones ni recuerdos.
No hay más imposibles que no verte
más mal sueños que perderte
no hay silencios que callen por ti
No hay más ilusiones que tenerte
más riquezas que quererte
no hay un pobre, más pobre sin ti.

Si no estás, si tú no estás mi vida,
No hay más,
ni versos ni noches
ni besos ni abrazos
ni principios ni fe ni final…

miércoles, 8 de febrero de 2012

Ciego

No soporto ver tus ojos, no puedo mirarlos,
Porque vieron una vida en la que yo no estaba,
Porque no me ven aunque esté delante,
Porque no me veré reflejada en ellos.
Si no estoy, no me busques,
Porque aunque me encuentres y me mires
Sé que no me verás.


lunes, 6 de febrero de 2012

No soy moderna

     Pues no, después de un rato dándole vueltas me he dado cuenta de que puedo ser muchas cosas pero ¡no soy una chica moderna!
     Y  he llegado a esta conclusión por varios indicios. No tengo Tablet, ni Smartphone, ni  Netbook, Ebook, Kindle, IPod, IPad, IPhone, Wii, Whatsapp, BlackBerry, Skype… ¡Oh-dios-mío! Nos vamos a quedar más tontos de lo que ya estamos, si la mitad de las cosas no sé ni para qué sirven, evidentemente no soy moderna, lo asumo, y lo mejor, soy feliz viviendo en mi ignorancia.
     Nuevas tecnologías, muchas gracias por volvernos más  insociables de lo que ya éramos.
     Recuerdo cuando fui  a comprarme un móvil porque me robaron el mío, que hay que ser capullo para robar una patata. Cuando el chico de la tienda me preguntó  que quería, le dije -quiero un  móvil con el que pueda hablar, mandar mensajes y que tenga radio-.
     Se limitó a darme uno de los catálogos que había por allí, y me soltó, ve ojeándolo, ahora vuelvo, y se fue sin darme tiempo a decirle – perdona, me das el diccionario que acompaña a esto, para que yo lo entienda-. Y al rato apareció con un montón de móviles, de esos divinos de la muerte y de los que estoy segura, que si te empeñas, y los sabes programar te hacen hasta el desayuno. Y yo solo pensé, creo que no me ha entendido, y lo miré a la cara fijamente, para que también pudiera leerme los labios, y vocalizando muy despacito le repetí, -perdona, es que solo quiero un móvil que pueda usar para hablar, mandar mensajes y escuchar la radio-, y el chico me miró fijamente,  como si hubiese visto al anticristo, y me contestó, -ah, solo eso- y me quitó la revista de las manos. – Si, bonito, solo eso, perdona por ser rara-.
     Una vez escuché una conversación entre dos señoras. –Me ha dicho el médico que mi hijo está un poquito obeso, que exagerado ha sido, así que he pensado comprarle un juego de esos de hacer ejercicio para la Wii, y lo pongo un ratito por las tardes-. A lo que me dio ganas de contestar –señora, no nos engañemos, su hijo está gordo,  que la pobre criatura lleva 5 minutos para atarse un cordón, que le va a guardar mucho rencor cuando en su adolescencia intente tocar la zambomba y no se la encuentre. Así que en vez de comprarle chorradas y cebarlo a bollycaos; un buen bocadillo de salchichón, una pelota y hala, el niño para el parque a dar patadas al balón, y que no se le ocurra volver hasta que no oscurezca o le hayan abierto la cabeza-.
     Mención aparte merecen los “libros electrónicos”, los nombres de los diferentes aparatejos en los que se puede leer, no los pongo, sinceramente, porque no los sé. ¿Vamos a perder el encanto de ir a comprar un libro, de pasear por la librería leyendo sinopsis, del tacto del papel y del olor a libro nuevo?, pues entonces sí que estamos perdidos. Y lo mejor de todo es que estoy segura de que hay gente que no ha leído un libro en su vida, pero que tiene uno de esos chismes, y te preguntarás ¿por qué?, -¡ay, alma cándida, porque son modernos! Eso sí, las ópticas llevan tiempo frotándose las manos, porque el país se hunde pero ellas sobrevivirán, ya que lo raro será no necesitar gafas.
     Podría seguir con las redes sociales, Tuenti, Twitter, Facebook, Myspace, hi5, Xing… y vuelvo a darme cuenta de que no soy moderna, porque  yo lo que quiero es que me llamen mis amigos para tomar un café y alargar la charla hasta la hora de las cervezas, arreglar el mundo y poder ver las zapatillas nuevas que se ha comprado mi amiga o el grano feo de grande que le ha salido en la barbilla a mi amigo y poder reírme de eso. ¡Que no, me niego, a convertir a mis amigos en puntitos verdes y a estar localizada 24 horas al día! Y¡ parto una lanza a favor de la realidad!
     Soy tan poco moderna que ni siquiera tengo robot de cocina. Vale que no me gusta demasiado cocinar, pero de vez en cuando lo suelo hacer, sobre todo cuando imagino a mi madre diciéndome –hay que comer de todo niña-, o cuando me apetece relajarme. Tiene su encanto ir mezclando ingredientes y que salga algo comestible. Venga ya, que no es igual echarlo todo a un cacharro que lo mismo te hace un potaje, que un bizcocho de chocolate. ¡Ay, si mi abuela levantara la cabeza!.
      Pensándolo bien, creo que los aparatos eléctricos más modernos que hay en mi casa son el portátil, la epilady, el blu-ray y un ambientador que se enchufa y huele de maravilla.


martes, 31 de enero de 2012

"Algo" de "Mery"


Me gustan los girasoles vivos, no me gustan las flores muertas.
Me atraen las manos, no me gustan los pies.
Me gusta la primavera, no me gusta que me dé alergia.
Me atrapa la luna, me llena de energía el sol.
No me gustan las joyas, me encantan los anillos.
Me gustan los "jajaja" y todas las onomatopeyas.
Disfruto mi espacio, me gusta que lo respeten.
No me gusta tener que dar explicaciones, yo no las pido.
Me encanta la música, me altera el ruido.
Me gustan los animales, adoro a mi gato. Algún día tendré un perro.
Me molesto en reciclar, quiero que todo el mundo recicle.
Me gusta el mar, aprendí a amar las olas.
No me gusta que las cosas buenas no sean noticia. Me entristecen las malas noticias.
Me pierde lo dulce, me mata engordar.
Amo a mis amigos, me gustan mis conocidos.
No me gusta las personas demasiado formales, ni las excesivamente informales.
Me gusta la gente que transmite cosas buenas, no me gustan los malos rollos.
Me gusta el paso del tiempo, no me gustan mis canas.
Me gusta sorprender, me gusta que me sorprendan.
No me gusta el conformismo, aunque a veces me conforme.
Me gustan los libros que te evaden, me gusta evadirme a veces.
No entiendo la política, no me gusta que nos mientan.
Me gusta el orden, me altera el desorden.
Me gusta la gente creativa, no me gusta la gente aburrida.
No me gustan los espacios pequeños, me gustan los sitios íntimos.
Me agobian las multitudes.
Me gustan las velas, me gusta el incienso.
No soporto a la gente mal educada, me gusta la gente con carácter.
Me gusta el olor de los libros nuevos y el olor a pintura.
Soy fan de la música en español, disfruto entendiendo lo que me quieren contar.
Me gusta llorar de risa, no me gusta llorar de pena.
Me aburre la tele, me aburre ir de tiendas.
Me gusta inventar cosas, me da pereza llevarlas a cabo después.
No me gusta la gente que discute y alza la voz, creyendo llevar así más razón.
Me gusta provocar, me gusta que me provoquen.
Me gusta la gente dulce, no me gusta la gente empalagosa.
Me encanta que me abracen.
Me gusta la gente que sueña, no me gusta los que no son capaces de despertar.
Me pierde el café, me puede su olor.
Me gusta la soledad elegida, no me gusta el sentimiento de soledad.
No me gusta esperar, ni que me tengan que esperar.
No consigo ser constante, envidio la gente que lo es.
No me gusta que me engañen, perdono que a veces se omita la verdad para no hacerme daño.
Me gustan las uñas pintadas de rojo y los ojos pintados de verde.
Me encanta salir fuera a desayunar, es una buena forma de empezar el día.
Me gustan las personas complejas, no me gustan las personas complicadas.
Me gusta que me atrape la cama los domingos.
No me gustan los estampados, me gustan los colores lisos.
Me gustan los peluches, me gustó aún más regalar los mios.
Me divierte que canten en la ducha, yo lo hago.
Me gusta que me mimen, no pido que me consientan.
Me hace sentir bien dar, pero a veces cansa no recibir.
Me gusta que mis amigos me acepten como soy, reconozco a los que lo son por cosas como esta.
Me gustan las palabras, pero prefiero la acción.
Me encantan los pequeños detalles, porque convierten personas y momentos en especiales.
No me gusta otra persona, me gustas tú...

jueves, 5 de enero de 2012

Tic tac, tic tac.

     Con el paso del tiempo comprendemos que ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan malos.     
     Que la persona perfecta no existe, que nosotros la vemos así, pero es solo una ilusión, seguramente temporal, la venda se cae antes o después y terminamos aceptando que los defectos forman parte de nosotros y que son necesarios para hacernos diferentes y especiales.
     Que no se debe perder el tiempo en quien ya dejó claro que no está dispuesto a perderlo con nosotros, porque no nos sobra como para desperdiciarlo.
     Que preferimos una verdad que duela el periodo que se tarda en asumir, a una mentira mantenida en el tiempo, que antes o después se descubrirá, y dolerá el doble.
     Que llega un momento en que nuestra personalidad forjada con el paso de los años, está tan marcada, que cambiar es difícil, así que para no sentirnos frustrados, nos conformamos con matizar algunos rasgos de nuestro carácter.
     Asumimos que nos volvemos egoístas, porque las experiencias vividas nos han marcado demasiado. Y quizá no hemos sido capaces de quedarnos solo con lo bueno y aprender de lo malo. Comprobamos que realmente el tiempo lo cura todo y se consigue olvidar y a veces, hasta perdonar.
     Nos cuesta la vida compartir nuestro espacio, que por momentos y tristemente, va aumentando su radio, hasta no dejar que nadie se acerque tanto como para tocar nuestro corazón.
     Nos damos cuenta de que valoramos más la calidad de los amigos, que la cantidad de ellos que podamos tener. Que pasan demasiadas personas por nuestras vidas, como para que consigamos  mantener contacto con todas, por lo que asumimos  sin más que igual que aparecieron por alguna circunstancia, desaparecerán antes o después de nuestro entorno. Y puede que nos provoque una profunda pereza el intentar rescatarlas del olvido.
     Y somos conscientes de que el tiempo pasa rápido cuando vemos las marcadas arrugas en las caras de nuestros mayores, y como han  ido naciendo los hijos de los que crecieron a la par nuestra.  Aunque nosotros cada día al mirarnos al espejo nos veamos igual que ayer, igual que antes de ayer y que hace cinco años, producto de nuestra imaginación, porque tenemos canas, alguna que otra arruga y algún kilo de más, que un día se hospedó en nuestro cuerpo y que no nos quiere dejar.
     Comprobamos que tuvimos en algún momento que pisotear nuestros principios, por una simple razón de supervivencia, y que esto duele la primera vez, pero después incluso nos acabamos acostumbrando, y miramos a otro lado como si la cosa no fuera con nosotros.
     Nos damos cuenta de que conformarnos solo funciona en algunos ámbitos de nuestra vida, no en las relaciones de pareja, porque hacer eso, tarde o temprano, está abocado al fracaso más absoluto.
     Con el tiempo aprendemos que cada minuto que pasa es irrecuperable. Que lamentarnos por lo que pudo haber sido y no fue deja de tener sentido relativamente pronto, porque no nos conduce a ninguna parte.
     Y nos preguntamos ¿Cómo hemos llegado hasta aquí, si hemos vivido como queríamos o nos hemos dejado llevar por lo que la sociedad nos ha impuesto, o por donde las circunstancias nos han llevado?
     Provoca cierto vértigo perder la juventud, y creo que está por comprobar si compensa porque ganamos en experiencia.
     Con el tiempo hacemos esa cosa que nos da tanto miedo, porque nos roba ilusiones y espontaneidad… madurar.
     Pero también nos damos cuenta del montón de cosas maravillosas que nos proporciona el pasar los días.
     Como conseguir ser capaces de que cabeza y corazón se coordinen para evitar conflictos internos que resultarían dolorosos.
     Llegar a conocernos tan bien, que somos capaces de vivir con nosotros mismos, sin necesidad de compañía, y de hacerlo con cierta paz interior.
     Nos damos cuenta de quienes son los amigos de verdad, y de que se puede compartir con ellos tanto risas y buenos ratos, como problemas y penas, porque siempre están ahí.
     De que somos capaces de disfrutar pequeños placeres de la vida, como una charla amena en la que  no somos capaces de arreglar nuestras vidas pero arreglamos el mundo, un paseo, una copa de vino o un buen libro.
     Y una cosa que creo importante, aprendemos que cuando alguien nos decepciona, antes o después siempre aparece otra persona que vuelve a hacernos sonreír y nos confirma que “al final, siempre sale el sol”.