Tengo que levantarme temprano. Tengo que ir a trabajar. Tengo que sonreír al chico con el que me cruzo de lunes a viernes en la misma esquina, el lo hace siempre, sin conocerme. Algún día lo pararé solo para agradecerle su sonrisa a primera hora de la mañana, cuando todos tenemos mala cara y peor carácter.
Tengo que trabajar para pagar comida, techo y facturas que ni entiendo. Esto es mi continua guerra por la supervivencia y el intento de ganar la batalla por la independencia.
Tengo que lidiar con clientes que no me conocen y que pretenden que yo solucione sus problemas, y hacer que entiendan que yo no soy la causa y no soy la solución.
Tengo que conseguir el equilibrio entre actuar sin pensar y no actuar por haber pensado demasiado.
Tengo que agradecer a los amigos de los que me alejé, que me hayan permitido volver a acercarme, sin pedirme explicaciones. Y tengo que decir a la gente que perdí por el camino, que lo siento, que no siempre se pueden curar los daños producidos por algunas situaciones, que cuando encuentre el remedio, lo usaré.
Tengo que acabar cosas que ya se convirtieron en eternas y que me provoca pereza solo pensarlas.
Tengo que agradecer que se me haya dado la libertad, aunque el llegar a ello haya provocado la baja temporal de mi corazón y el haber estado al borde de la locura.
Tengo que aprender a tomar decisiones importantes, nadie las va a tomar por mí.
Tengo que aprender a amar lo que tengo hasta que consiga alcanzar lo que realmente quiero.
Tengo que confiar en que todo va a mejorar, para el resto del mundo y para mí.
Tengo que agradecer a mi familia todo lo que me quieren, todo lo que me apoyan y todo lo que confían en mí, sin preguntar y sin meterse en mi vida.
Tengo que agradecer/me que soy feliz…
Tengo que hacer todo esto y mucho más…
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