Pues no, después de un rato dándole vueltas me he dado cuenta de que puedo ser muchas cosas pero ¡no soy una chica moderna!
Y he llegado a esta conclusión por varios indicios. No tengo Tablet, ni Smartphone, ni Netbook, Ebook, Kindle, IPod, IPad, IPhone, Wii, Whatsapp, BlackBerry, Skype… ¡Oh-dios-mío! Nos vamos a quedar más tontos de lo que ya estamos, si la mitad de las cosas no sé ni para qué sirven, evidentemente no soy moderna, lo asumo, y lo mejor, soy feliz viviendo en mi ignorancia.
Nuevas tecnologías, muchas gracias por volvernos más insociables de lo que ya éramos.
Recuerdo cuando fui a comprarme un móvil porque me robaron el mío, que hay que ser capullo para robar una patata. Cuando el chico de la tienda me preguntó que quería, le dije -quiero un móvil con el que pueda hablar, mandar mensajes y que tenga radio-.
Se limitó a darme uno de los catálogos que había por allí, y me soltó, ve ojeándolo, ahora vuelvo, y se fue sin darme tiempo a decirle – perdona, me das el diccionario que acompaña a esto, para que yo lo entienda-. Y al rato apareció con un montón de móviles, de esos divinos de la muerte y de los que estoy segura, que si te empeñas, y los sabes programar te hacen hasta el desayuno. Y yo solo pensé, creo que no me ha entendido, y lo miré a la cara fijamente, para que también pudiera leerme los labios, y vocalizando muy despacito le repetí, -perdona, es que solo quiero un móvil que pueda usar para hablar, mandar mensajes y escuchar la radio-, y el chico me miró fijamente, como si hubiese visto al anticristo, y me contestó, -ah, solo eso- y me quitó la revista de las manos. – Si, bonito, solo eso, perdona por ser rara-.
Una vez escuché una conversación entre dos señoras. –Me ha dicho el médico que mi hijo está un poquito obeso, que exagerado ha sido, así que he pensado comprarle un juego de esos de hacer ejercicio para la Wii, y lo pongo un ratito por las tardes-. A lo que me dio ganas de contestar –señora, no nos engañemos, su hijo está gordo, que la pobre criatura lleva 5 minutos para atarse un cordón, que le va a guardar mucho rencor cuando en su adolescencia intente tocar la zambomba y no se la encuentre. Así que en vez de comprarle chorradas y cebarlo a bollycaos; un buen bocadillo de salchichón, una pelota y hala, el niño para el parque a dar patadas al balón, y que no se le ocurra volver hasta que no oscurezca o le hayan abierto la cabeza-.
Mención aparte merecen los “libros electrónicos”, los nombres de los diferentes aparatejos en los que se puede leer, no los pongo, sinceramente, porque no los sé. ¿Vamos a perder el encanto de ir a comprar un libro, de pasear por la librería leyendo sinopsis, del tacto del papel y del olor a libro nuevo?, pues entonces sí que estamos perdidos. Y lo mejor de todo es que estoy segura de que hay gente que no ha leído un libro en su vida, pero que tiene uno de esos chismes, y te preguntarás ¿por qué?, -¡ay, alma cándida, porque son modernos! Eso sí, las ópticas llevan tiempo frotándose las manos, porque el país se hunde pero ellas sobrevivirán, ya que lo raro será no necesitar gafas.
Podría seguir con las redes sociales, Tuenti, Twitter, Facebook, Myspace, hi5, Xing… y vuelvo a darme cuenta de que no soy moderna, porque yo lo que quiero es que me llamen mis amigos para tomar un café y alargar la charla hasta la hora de las cervezas, arreglar el mundo y poder ver las zapatillas nuevas que se ha comprado mi amiga o el grano feo de grande que le ha salido en la barbilla a mi amigo y poder reírme de eso. ¡Que no, me niego, a convertir a mis amigos en puntitos verdes y a estar localizada 24 horas al día! Y¡ parto una lanza a favor de la realidad!
Soy tan poco moderna que ni siquiera tengo robot de cocina. Vale que no me gusta demasiado cocinar, pero de vez en cuando lo suelo hacer, sobre todo cuando imagino a mi madre diciéndome –hay que comer de todo niña-, o cuando me apetece relajarme. Tiene su encanto ir mezclando ingredientes y que salga algo comestible. Venga ya, que no es igual echarlo todo a un cacharro que lo mismo te hace un potaje, que un bizcocho de chocolate. ¡Ay, si mi abuela levantara la cabeza!.
Pensándolo bien, creo que los aparatos eléctricos más modernos que hay en mi casa son el portátil, la epilady, el blu-ray y un ambientador que se enchufa y huele de maravilla.