miércoles, 30 de noviembre de 2011

Nostalgia...

     Nostalgia de momentos felices vividos, de personas perdidas por el camino y de otros tiempos que no por pasados,  tuvieron que ser mejores.
     De etapas de la niñez en las que si había problemas, ella no los conocía. No sabía, si no ser consciente de ellos, la eximía de tener que sentirse mal.
     Apenas recordaba su infancia, solo momentos puntuales. Ella suponía que había sido feliz, era  lo bueno de tener una pésima memoria, se los podía inventar y pensar que todo el mundo a su alrededor había sido maravillosamente feliz.
     Nostalgia por los momentos en los que podía comer varios dulces sin pensar que eso iba a pegarse en cualquier parte de su cuerpo y que le costaría poder despegarlo. En los que podía besarse con un chico, sin pensar si estaba depilada o no, o si ese día su ropa interior era sexi, eso daba igual, porque sabía que no pasaría de ahí.
     No recordaba cuando había sido la última vez que había estado sentada sin hacer nada, dejando pasar las horas, sin que aparecieran remordimientos al pensar en todas las cosas pendientes por hacer.
     Nostalgia de aquel dulce primer amor, de los tiernos momentos vividos en esa época, de descubrir cosas y sensaciones. De sus primeros besos. Le dejó tres veces, que maravillosa seguridad en ella misma, se lo podía permitir, sabía que el siempre volvería a pedirle salir.
     Y de los viajes con el primer chico con el que tuvo una relación algo más formal. No tenía que preocuparse de ajustar vacaciones, tenía todo el tiempo del mundo, estaba estudiando, se podía ir cuando quisiera.
     De cuando dormía todas las noches acompañada, y eso le proporcionaba una sensación de seguridad, que aunque ficticia, le resultaba placentera.
     Recordaba algunos momentos felices con su familia, ahora demasiado dispersa para poder considerarse como tal. Reconocía haberse vuelto una mujer independiente y extremadamente despegada, por lo que en la actualidad su núcleo familiar se ceñía a sus padres, hermanos, cuñados y sobrinos. Y realmente no necesitaba a nadie más, ellos le proporcionaban todo el cariño que ella necesitaba en ese ámbito. Confiaban tanto en ella y en que siempre haría lo correcto que a veces, la inundaba cierto miedo a defraudarles, pero su subconsciente sabía que hiciese lo que hiciese y aunque se equivocase, ellos siempre la apoyarían. Como agradecía notar ese amor incondicional.
     Teniendo en cuenta una de las acepciones de la palabra “nostalgia”; sentimiento de pena que causa recordar personas o cosas del pasado. Su mayor pena era recordar a una de las personas más importantes de su vida, la que fue como una hermana durante más de una década. Pensar en ella, en las cosas vividas juntas y en como la perdió, le provocaba un nudo en la garganta. Aún después de años, cuando le pasaba algo importante, su primer impulso era llamarla para contárselo, hasta que en segundos reaccionaba y al volver a la realidad se daba cuenta de que eso era ya imposible. Siempre pensó que jamás conocería a una persona tan maravillosa como ella. Y aún siendo escéptica para determinados temas y una agnóstica convencida, siempre notó que su amiga se había convertido en una especie de ángel de la guarda de su vida.
     Pensaba que conforme iban pasando los años, se iba encontrando cada vez más, con momentos teñidos de gris, la vida no era de colores, podía empeñarse en pintar encima, en asomarse a la ventana para intentar ver el sol, en patalear por las injusticias, pero ya muchas cosas no dependían directamente de ella, lo que le provocaba a veces una sensación de impotencia que la hacía enfadar. Cada vez más miedos y más responsabilidades.
     Y sabiendo que estaba rodeada de gente que la quería y se lo demostraba intentando mimarla y protegerla, era consciente de que no siempre podían estar ahí, no siempre que ella necesitaba un abrazo o sentir cariño, se lo podían dar.

     Y … después de leer lo escrito, dar un sorbo a la copa de vino y de mirar a su alrededor, pensó… bonita palabra “nostalgia”, pero me quedo con mi cierto presente y mi incierto futuro…

sábado, 19 de noviembre de 2011

Seda (Alessandro Baricco)

     Mi señor amado, no tengas miedo,  no te muevas, quédate en silencio, nadie nos verá.
     Permanece así, te quiero mirar, yo te he mirado tanto, pero no eras para mí, ahora eres para mí, no te acerques, te lo ruego, quédate como estas, tenemos una noche para nosotros, y quiero mirarte, nunca te había visto, así, tu cuerpo para mí, tu piel, cierra los ojos y acaríciate, te lo ruego. No abras los ojos si no puedes, y acaríciate, son tan bellas tus manos, las he soñado tanto que ahora las quiero ver y yo estoy cerca de ti, acaríciate señor amado mío, acaricia su sexo, te lo ruego, despacio.
     Es bella tu mano sobre tu sexo, no te detengas, me gusta mirarla y mirarte, no abras los ojos, no todavía, no debes tener miedo estoy cerca de ti, ¿me oyes?, estoy aquí, puedo rozarte, y esta seda ¿la sientes?.  Es la seda de mi vestido, no abras los ojos, tendrás mi piel, tendrás mis labios, cuando te toque por primera vez será con mis labios, tú no sabrás donde, en cierto momento sentirás el calor de mis labios, encima, no puedes saber donde si no abres los ojos, no los abras, sentirás mi boca donde no sabes, de improviso, tal vez sea en tus ojos, apoyaré mi boca sobre los párpados y las cejas, sentirás el calor entrar en tu cabeza, y mis labios en tus ojos, dentro, o tal vez sea sobre tu sexo, apoyaré mis labios allí y los bajaré poco a poco. Dejaré que tu sexo cierre a medias mi boca, entrando entre mis labios, y empujando mi lengua, mi saliva bajará por tu piel hasta tu mano, mi beso y tu mano, uno dentro de la otra, sobre tu sexo.
     Hasta que al final te besé en el corazón, porque te quiero, morderé la piel que late sobre tu corazón, porque te quiero, y con el corazón entre mis labios tú serás mío, de verdad, con mi boca en tu corazón tú serás mío para siempre, y si no me crees abre los ojos señor amado mío y mírame, soy yo, quién podrá borrar jamás este instante que pasa,  este mi cuerpo sin más seda, tus manos que lo tocan, tus ojos que lo miran.
     Tus dedos en mi sexo, tu lengua sobre mis labios, tú que resbalas debajo de mi, tomas mis flancos, me levantas, me dejas deslizar sobre tu sexo, despacio, quién podrá borrar esto, tú dentro de mí, moviéndote con lentitud, pero hasta hacerme daño, mi placer, mi voz, mi cuerpo sobre el tuyo, tu espalda que me levanta, tus brazos que no me dejan ir, los golpes dentro de mí, es dulce violencia, veo tus ojos buscar en los míos, quieren saber hasta donde hacerme daño, hasta donde tú quieras, señor amado mío, no hay fin, no finalizará, ¿lo ves?, nadie podrá cancelar este instante que pasa, para siempre echarás la cabeza hacia atrás, gritando, para siempre cerraré los ojos soltando las lágrimas de mis ojos, mi voz dentro de la tuya, tu violencia temiéndome apretada, ya no hay tiempo para huir ni fuerza para resistir, tenía que ser este instante, y en este instante es, créeme, señor amado mío, este instante será, de ahora en adelante, será, hasta el fin.
     No nos veremos más señor. Lo que era para nosotros, ya lo hemos hecho, y tú lo sabes. Créeme: lo hemos hecho para siempre. Conserva tu vida al margen de la mía. Y no dudes ni un segundo, si es útil para tu felicidad, en olvidar a esta mujer que ahora te dice, sin remordimiento, adiós.
     …Vuelve, o moriré…